martes, 24 de junio de 2008

ENTREVISTA AL MAESTRO UMAÑA LUNA, POR J. MAURICIO CHAVES BUSTOS.

ENTREVISTA AL DOCTOR EDUARDO UMAÑA LUNA, ESPECIALISTA EN DERECHOS DE FAMILIA Y DEL MENOR
Por J. MAURICIO CHAVES BUSTOS

Desde el punto de vista lógico, se advierte un distanciamiento entre los procesos naturales que se dan en el área de los sociocultural y el conjunto de las normas jurídicas. Esto parece ser válido para la mayor parte de las regiones del mundo, aun para aquellas que marchan a la vanguardia del desarrollo, pero se presenta con características patológicas en países que, como el nuestro, se hallan ante la expectativa del cambio acelerado y positivo.
E. UMAÑA LUNA[1]

Maestro, ¿las correccionales, a qué clase de población están dirigidas?
Depende por qué se entiende por correccional; en la práctica y en la realidad éstas no han servido para nada, por que su filosofía era reintegrar al menor en situación irregular al centro familiar del cual se había escapado, dentro de las virtudes de ese centro familiar. Está probado que la materia prima de la atroz violencia que toda la vida ha existido en Colombia se origina en la violencia intrafamiliar; ahora, si un juez de menores busca rehabilitar, ayudar al menor a que vuelva al medio de donde salió, comete un error, porque si su medio de crueldades y de picardías, para qué lo reintegran, ¿para que siga recibiendo todos los dolores de madres ineptas y padres a veces criminales?, no; no deben llamarse establecimientos de corrección, sino establecimientos de formación de menores desamparados o en condiciones difíciles, para tratar de formar ciudadanos de bien, que le sirvan al país y no constituyan después una carga, sobre todo en materia penal, a instituciones de tipo particular que sí prestan la buena labor y son ejemplo, respeto instituciones para formación del menor abandonado como la del Padre Nicoló, en la Sábana de Bogotá y algunas otras, pero esta es una labor del Estado, y este no tiene política alguna seria, tanto es así que la concepción de código de menores que regía, está siendo desplazada por la medida represiva del nuevo Código Penal, con la complicidad del congreso de Colombia, o con cualquier medida que puede salir en este momento, amparado en la Conmoción Interior, además, no hablemos de correccionales, sino que su acción se está ya dando en un montón de jóvenes campesinos, que en lugar de estar mejorando sus parcelas, sus cultivos, su agua potable, sus escuelas primarias, están dividiendo su tiempo entre la dura explotación tradicional agraria, y la formación militar; ¿qué clase de política estatal es esa?, ¿para defender un futuro humano que de un mejor porvenir al país?

En su último testo sobre El Niño[2], se habla sobre la necesidad de una interdisciplinariedad para actuar frente a la problemática del niño ¿podemos profundizar en este tema?
Es lógico, en un país enfermo, de tantos males sociales, económicos, psiquiátricos, etc., la sola disciplina de la juridicidad no sirve para atender el problema de los infantes, tiene que ser una acción conjunta, interdisciplinaria; primero, toma un papel fundamental la psicología y la psiquiatría; luego para la comprensión de estructuras, la comprensión de las ciencias económicas; en el papel de incorporar a la población de menores de edad a códigos que no estén basados, como el de napoleón en el derecho de propiedad, pues hay que hacer las grandes reformas en todo el derecho privado, esto es un error, sino incorporar toda esta política a favor del niño en el derecho social, es decir pasar del simple derecho privado al derecho publico. Y tal vez una de las formas que se debería cumplir, que existe en la Constitución del 91, que dice El derecho de los niños prevalecerá sobre los derechos de todos los demás, ¿sí? ¿cómo el de los niños que trabajan en las canteras?¿cómo los niños que nacieron adultos, que salvo el hecho biológico nunca han sido niños, porque han tenido la carga de ayuda al sostenimiento de un hogar donde faltan todos los elementos nutricionales, y donde el 80% de la población infantil, tanto en ciudades como en ciudades no gozan ni siquiera de agua potable, con escuelas primarias incipientes, a las cuales muy pocos acceden, sin puestos de salud pública y con hospitales cerrados?, ¿con más de dos millones de desplazados a unos centros urbanos que los mira con repugnancia y con desdén, con una población trabajadora que no tiene puesto de ninguna clase, con una violencia atroz que asola, sobre todo a los humildes? ¿Qué es lo que se está haciendo en política de educación al menor, y de readaptación, por ejemplo del menor que va a ser delincuente como el paso de la antisociabilidad de las comunas a la delincuencia, con la retención en esas universidades del crimen que son nuestras cárceles, nuestras penitenciarias? Eso de la caridad cristiana, donde grupos de damas de la más alta sociedad cada año se reúnen llenas de unción cristiana, por la época del Niño Dios para poder botar un mendrugo de pan a las niños hambrientos y para en los 364 días restantes, mirarlos con la repugnancia que a las clases altas les inspiran los camines esos, los pobretones esos, los infelices esos. Ahora, las brigadas universitarias, que para sus prácticas de lo que han aprendido en sus respectivos pregrados, pues a una de las cosas a las que deberían estar dedicadas con su ciencia, si la tienen, es el saber, por ejemplo estudiantes de salud pública, cómo se combaten los graves problemas de salud de los menores abandonados, ¿se ha visto a los psiquiatras tratar ese gravísimo problema de las esquizofrenias conductivas de las clases populares?; entonces, lo que importa no es tanto enunciar una política, no, sin tantos bombos ni timbales dar las bases elementales para hacer una política que no sea la de explotación de los pobres niños, que no son pocos, parece que representan por lo menos el 40% de la actual población colombiana; ¿qué opinan los universitarios de esto?, ¿qué se está enseñando en las clases llamadas de Derechos de Menores?, ¿qué se está enseñando en la relación de los hechos sociales y de los grupos humanos en las clases respectivas de ciencias sociales?, ¿cómo están los economistas del país estudiando la posibilidad de arreglo de las bases económicas para combatir tantos vejámenes y miserias?, ¿qué están haciendo los estudiantes de leyes?, porque yo no veo lo que hacen, a no ser que se vuelva burócrata de la jurisdicción de la familia, porque yo no veo como va a salir a poner una oficina de ejercicio de la abogacía con un montón de niños que vagan por las calles muriéndose de hambre, entonces el abogado tendrá que volverse también gamín y morirse de hambre; yo creo que aquí hay mucha farsa, mucha mentira, mucha hipocresía, no nos gusta cumplir con nuestras obligaciones sociales, salvo algunas sectas religiosas que podrán elevar sus preces a sus dioses para la salvación de la niñez abandonada.

¿Cuál es la efectividad jurídica real de las correccionales en Colombia?
No he podido entender nunca que el niño que ha huido de su hogar, casi siempre siendo víctima de la violencia intrafamiliar, el mismo código del menor ordena al juez y al equipo de científicos que tomen todas las medidas para devolver al menor al medio del cual salio, ¿devolverlo a la miseria?, ¿devolverlo a lo mismo que lo volvió, o lo está volviendo un antisocial? Qué clase de política es esa, devolver al niño víctima de la borrachera del padre viciado o a la crueldad de la madre que le pega en las manos por comerse un pan, ¿todo ese aparato de justicia para devolverlos allá? Al contrario, sería para sacarlos de allá, tanto dinero que se malgasta en obras inoficiosas, debería invertirse en magníficos establecimientos, dirigidos por científicos válidos en materias para educar, dirigir y hacer gentes útiles a estos pobres niños abandonados o víctimas aun de cosas que no quiero tratar ahora, que llevan a los horrores tremendos del incesto oculto de tanta y tanta frecuencia al interior de muchos de los hogares colombianos. Es que el problema de los menores no es de códigos, es de medidas efectivas, me recuerda la frase del humorista ingles Bernard Shaw: Qué feliz sería el niño que lo persiguiera el policía para comerse un pan, y no como ahora, por haberse robado un pan. No creen que hay que invertir, como dicen los abogados, la carga de la prueba para poder planificar y ejecutar una sana política a favor de la niñez desamparada; claro que aquí juega mucho papel, al estudiar los grupos humanas, sus constantes invariables, sus efectos y sus causas, nociones de sociología, aun eso que llaman sociología jurídica, pero eso no es suficiente, la sociología es muy interesante desde el punto de vista de estudio de los fenómenos sociales pero, lo fundamental es el mandato de autoridad con poderes para poder distribuir mejor los presupuestos, organizar mejor la salud pública, obligar a los años de judicatura rural, médica, enfermos, etc., pero la sociología de simples postulaciones teóricas, puede ser buena o mala, mientras no se siga por medios técnicos la investigación de la teoría, la gente queda en el aire, porque no hay investigación científica, y sin eso como va a ver planeación económica, planeación en salud pública, de establecimientos dedicados a la protección, y en el caso de antisociabilidad de prevenir el delito al futuro delincuente, que la misma sociedad ha formado, por qué se les castiga con tanta severidad, por funcionarios qué han contribuido con su mal ejemplo, como el robo del tesoro público, a qué el pobre en su base, pues cometa el delito de robarse un pan porque está con hambre; estos problemas prácticos son la materia propia esencial de una buena educación y formación sociológica. La sociología no puede ser un sirviente de causas ajenas, no, es para determinar y señalar los caminos prácticos científicos para subsanar situaciones que otras ramas científicas no tienen en cuenta, de ahí la importancia de la sociología en su unificación con parte de la filosofía del derecho, con algo de la planeación de grupos de presión, propios de la politología, porque el derecho es para formar grupos de poder. Yo no creo en las universidades que no tengan en sus pensumes derecho de menores, porque un buen sociólogo jurídico estudiando estos problemas se ve atado de pies y manos intelectuales, porque cuando le pidan los ejemplos de lo que está analizando, de dónde los va a sacar.

¿Qué implicaciones va a tener la imputabilidad de menores, frente a los que se encuentran en el conflicto en cualquier frente?
En el congreso de nuestras República aun no se han puesto de acuerdo sobre la edad de imputabilidad para lo que se denomina niños, es decir menores de 18 años; en principio lo propuso el Ministro de Justicia de entonces, a los 12 años; luego vino la reacción de algunos representantes como Navarro, quien dijo que de 15 en adelante; al fin no se sabe, sigue rigiendo el tratado de la ONU que prohíbe llevar a la guerra o al combate a los menores de 15 años, pero no de los 15 a 18 años. Esta es la causalidad jurídica, pero viene lo más importante, en encuestas de la prensa monolítica colombina, interrogados muchos menores niños y niñas del por qué se encuentran en los frentes, la variabilidad de causas es tremenda, unos dicen no sabemos, vino la guerrilla y nos llevó, otros responden yo no tenía educación, no tenia techo, me fui voluntariamente a la guerrilla, otros no, estamos a la fuerza, pero, yo me pregunto ¿cuántos niños de las clases altas del país alegan cualquier tipo de esta causalidad?, y ¿están en las guerrillas? Yo creo que si algún día se puede hacer el difícil censo de menores en guerrilla, van a resultar más de las clases populares y medias bajas, que de cualquier otras; ahí si que cabria si los guerrilleros quisieran, ganados en el favor de un pueblo, que hasta ahora no se lo han ganado, permitir las encuestas de los sociólogos universitarios adentro, en la guerrilla, para dar un informe imparcial y científico sobre el problema, y así contribuir a la paz en Colombia.

¿Qué mensaje enviaría a los compañeros de la Universidad Nacional de Colombia, respecto a la situación de los niños en Colombia?
Por intermedio del buen profesor y magnifico alumno que fue, Camilo Borrero, recordarle algo que nos está haciendo falta en nuestra escuela de derecho: menos ley y más sociología.
Qué hacemos estudiando normas y normas que no se cumplen las más de las veces, y descuidando el estudio de los grupos humanos, de sus constantes y variables, de lo que es formaciones no integrales, como la familia en Colombia, aquí se dice una gran mentira, aquí hay muchas estructuras familiares, distintas unas a otras, eso no es el derecho, eso lo podrá decir la investigación sociológica; de modo mi querido Camilo Borrero, si me estás escuchando como hace muchos años en nuestra facultad de Sociología, con perdón de nuestros colegas de Derecho, que sin dejar de estudiar la norma, hay que metérsele más sociología, es decir: más pueblo, más dolor, más realidad, a la simple formula jurídica.


[1] Eduardo Umaña Luna, El Niño – menores de edad – Investigación y análisis interdisciplinarios, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Unibiblos, Bogotá 2002.

[2] Ob. Cit.

jueves, 5 de junio de 2008

SALUDO DEL DISCIPULO AL MAESTRO EDUARDO UMAÑA LUNA

(Palabras pronunciadas en el auditorio Camilo Torres de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de Colombia).


Pese a un agnosticismo que compartimos, no es esta una despedida. No es este ningún adiós. El maestro Umaña Luna ha trascendido a través de una lucha sin par por los derechos humanos en un país que diariamente los preconiza, pero que segundo a segundo los desconoce. Desde los albores de una juventud rebelde frente a la misma casta a la que pertenecía, se perfiló como un verdadero revolucionario, el que abandona las comodidades y las seguridades heredadas de generación en generación en las famélicas familias que mal nos han gobernado. El maestro renunció a ellas, y se sumó al ejército de los más, al de los abandonados, al de los desposeídos, al de los ultrajados históricamente en una falsa dialéctica que aun mantiene al amo en hombros del esclavo. El maestro supo reconocer el momento histórico que lo rodeó, no se abandonó a idearios propios para realidades ajenas, para mundos extraños; jamás se maridó con utopías que obedecen a otros contextos, el maestro Umaña Luna fue así el más latinoamericano de los latinoamericanos, el más colombiano de los colombianos, se reconoció como sujeto de un mundo polarizado, y luchó siempre, desde estas periferias, por la dignidad de los seres humanos y de los pueblos. El maestro Umaña Luna es el titular de los Derechos Humanos en Colombia.

El maestro Umaña Luna ha trascendido como sujeto de facto y de intelecto. No fue el académico que encuentra soluciones idealistas en el marco de formulas que jamás han contemplado la realidad del mundo; él vivió el mundo para poder hacer ejercicio intelectual, contempló la problemática de una Colombia que se desangra desde épocas inmemoriales, rastreó la génesis de la violencia en nuestro país; fue así el Científico puro, el que conecta teorías con realidades, hechos con apotegmas. Más de treinta libros dan testimonio de esa consagración. Más de mil conferencias hablan de ellos. Millones de colombianos así lo reconocemos. El maestro Umaña Luna es el primer científico de la nación.

El maestro Umaña Luna consagró su vida al ejercicio más puro y digno que la humanidad halla podido generar; desde al año de 1953 enlazó su destino con el mundo de la docencia; supo entonces la necesidad de dar al pueblo elementos necesarios para generar su propia conciencia; desde ahí no hubo día en que no supiera la responsabilidad que tenía como guía de los miles de jóvenes que abandonamos los surcos de nuestras parcelas con la intención de perfilar un mejor futuro para nosotros, para los nuestros..... Y el maestro Umaña Luna nos agregaba la responsabilidad de labrar, desde las aulas universitarias, un mejor futuro para todo el país, nos dice: la bondad de la mayoría de los colombianos, la estratégica ubicación del país entre los dos océanos, su riqueza natural, su empuje industrial, el duro trabajo de nuestros asalariados. (No; somos ajenos a las plañideras de oficio) Precisamente por estas positivas realidades resulta absurdo que, en el futuro inmediato, la violencia en sus variadas manifestaciones siga cortando las esperanzas de un mundo mejor; más justo, más rico y dueño de sí. Desde la Universidad se convirtió en el abanderado por una academia comprometida con la nación, de ahí la pertinencia en el empeño por fundar unas Facultades de Sociología y Trabajo Social, así como en el fortalecimiento de la facultad de Derecho y Ciencias Políticas. El maestro Umaña Luna es el primer académico de la nación.

Pero fue, sin duda alguna, la Universidad Nacional su escenario natural, aquí se sintió primero como un hijo, y luego como un padre. Aquí es nuestro compañero. Aquí se forjó como nuestro camarada. La Universidad Nacional de Colombia es y será su casa. Reconoció en ella una síntesis de la Colombia real; aquí se deslumbró, y así me lo manifestó en muchas ocasiones, con las capacidades naturales de miles de jóvenes colombianos que hacen gala de verdadera sed de conocimiento y de sabiduría. En la Universidad Nacional de Colombia se sintió, como en ningún otro lugar, uno más de entre tantos de los colombianos cargados de problemas, invadidos de dudas frente a futuros inciertos; en ella fue eterno estudiante consagrado al mundo del estudio; en ella fue el revolucionario que levantó su voz gruesa y su puño firme para reclamar por la mejor educación para el pueblo colombiano, fue el eterno abanderado para exigir permanentemente el reconocimiento de la función pública de la universidad. Como estudiante, como profesor, como decano, como rector en la Libre, reconoció siempre la función social de la educación. Eduardo Umaña Luna es el Maestro de Maestros.

Hoy, hoy no venimos a decirle adiós. No venimos a depositar una flor marchita sobre su cuerpo. No venimos a elevar plegarias a ninguna forma metafísica. No venimos a estrechar las manos de sus deudos. Venimos a asegurarle al país, a esta nación que tanto amó, que el Maestro sigue vivo en sus ideas, sigue vivo en sus luchas, sigue vivo en sus libros, sigue vivo en los estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia. Venimos a decirle a doña Chely, a sus hijos, a sus nietos y familiares, que su esposo y padre está presente en toda lucha reivindicatoria. Venimos a confirmar el testimonio de una vida consagrada en la lucha por las igualdades sociales. Maestro Eduardo Umaña Luna, Usted que me permitió ser su amigo, Usted que me permitió ser su bastón en el crepúsculo de su vida, Usted que me permitió ser su discípulo, permítame decir en nombre de los estudiantes de la Universidad Nacional de Colombia, y de todos los jóvenes revolucionarios del país: Eduardo Umaña Luna, presente, presente, presente.



J. MAURICIO CHAVES BUSTOS.
Bogotá, mayo 30 de 2008.

martes, 3 de junio de 2008

SIGNIFICADO HISTÓRICO DE LA UNIVERSIDAD. Conferencia pronunciada en la U. San Buenaventura, Bogotá, 2005 (Digitalización, J. M. CHaves Bustos)

EDUARDO UMAÑA LUNA

SIGNIFICADO HISTÓRICO DE LA UNIVERSIDAD
(Fecha: febrero 20 de 2005)



I. PROEMIO

a. La Ciencia[1]

El conocimiento científico, máxima aspiración para todas las naciones, es especial para las que buscan salir del subdesarrollo, exige condiciones y calidades mínimas.

Diferenciar lo cotidiano, vulgar, involuntario de lo metódico, sofisticado, volitivo, en el parámetro del conocer resulta necesario para ubicar los presupuestos básicos que, verbigracia, propone Geoerge Gurvith al definir el Contrato Social.

“Es el conjunto de modales culturales, símbolos sociales, significados espirituales colectivos, valores, ideas e ideales, así como también las acciones y los procesos directamente relacionados con ellos, mediante los cuales toda sociedad, todo grupo particular y todo miembro individual componente vencen las tensiones y los conflictos interiores propios y restablecen un equilibrio interno temporario, lo que les da la posibilidad de seguir adelante con nuevos esfuerzos de creación colectiva”.[2]

El tema toma mayor hondura si se trata de forma más coactiva de control social, o sea la política-jurídica, expresada en normatividades e instituciones especificas que impelen a no confundir la expresión cotidiana con la terminología científica, o sea diferenciar el conocimiento vulgar del saber científico.

Como se recuerda, el vulgar es el que se adquiere a través de la vida, por la simple experiencia; la opinión que surge del conocimiento vulgar no tiene expreso fundamento lógico que lo haga realmente convincente, y, conduce a simples juicios de valor.

El conocimiento científico se obtiene, en cambio, con intención, o sea con los requisitos de la objetividad, la autoconciencia y el quehacer intelectual.

Las diferencias entre las dos clases de conocimiento no radican tanto en los resultados, sino en el método que se use para obtenerlos y la generalidad con que se suelen presentar.

El solo hecho de tener ideas, de pensar, no permite afirmar que tenemos conocimiento científico sobre ese algo que se piensa.

Desde el punto de vista científico, para llegar a un racional conocer, se parte de lo meramente formal hacia lo esencial, de lo accidental a los sustantivo, de lo inmediato –directo- a lo mediato –indirecto-, de lo fenomenológico a lo distintivo, mediante un procedimiento eminentemente racional. Es así como el conocimiento científico se distingue del vulgar por la fundamentación o racionalidad. El conocimiento científico es sistemático, intencional, racional, fruto de la abstracción sobre el sujeto o el objeto, fundamentos del conocer. Por consiguiente, debe resolver el “por qué”, en oposición al conocimiento vulgar que simplemente afirma o niega el empírico no puede resolver el “por qué”, debido, a que por faltarle las notas anteriores, es dogmático, no puede explicarse racionalmente, es fruto de los intereses que día a día se presentan al sujeto.

El conocimiento científico, pues se obtiene de un proceso eminentemente lógico, basado en el principio de la causalidad; si dentro de una investigación aún no se puede dar el “por qué”, no se tiene la verdad científica, (apenas hay probabilidad de obtenerla). El conocimiento científico no solamente debe dar una explicación del problema, sino que debe ser intersubjetivo¸ o sea transmisible, comunicable. Al ser verificable, según el campo de conocimiento a que pertenezca el objeto, puede verificarse en forma inmediata, o después de algún tiempo de la formulación de la ley respectiva. Una teoría del conocimiento no sólo comprende la indagación sobre lo que hay que conocer, sino también la relación entre el sujeto cognoscente y el objeto por conocer. Es el resultado ego-lógico (maestro y discípulos).

b. El humanismo

El maestro Santiago Ramón y Cajal, ante el Colegio de Médicos de Madrid, al referirse al sujeto que lucha por el bien colectivo, expuso:
“Apóstoles abnegados de la paz y de la beatitud sociales, los verdaderos Quijotes siéntese abrazado por el amor de la justicia, por cuyo triunfo sacrifican sin vacilar la propia existencia, cuanto más los apetitos y fruiciones de la sensibilidad. En todos sus actos y tendencias ponen la finalidad, no dentro de sí, en las bajas regiones del alma concupiscente, sino en el espíritu de la persona colectiva, de que se reconocen células humildes y generosas”.[3]

¿Cabrá –en el panorama oscuro de hoy- invitar a los jóvenes al noble oficio de Don Quijote, entre el soñar y la realidad? ¿Qué hacer en nuestra disyuntiva? ¿Ser victima de sicarios y sentir el tremendo dolor de la vergüenza de “vivir entre asesinos, corruptos y cobardes”?

Dice Luis Astrana Marín en su erudito prólogo a “Don Quijote de la Mancha”:[4]

“Don Quijote muere de tristeza. Matarle fue hacerlo despertar de su locura. Hacerle vivir. Hacerle renunciar al sueño más noble, hacerlo morir. Pero, qué bella muerte, morir conociendo la verdad”.

“Conociendo la verdad” nuestros titulados (profesionales, especialistas, magísteres, doctores) deben luchar por la humanidad; dentro de ella, por el hombre sin egoísmos, aquel que no se siente el centro del universo. Hoy tenemos que ayudar a construir un nuevo hombre al servicio de la comunidad y, por consiguiente, en defensa legítima contra el abuso de los explotadores. ¡Dentro del más ético Humanismo Social!

No me refiero al humanismo egoísta en la clásica tradición filosófica. Hablo del nuevo valor supremo de esencia, de naturaleza humano, del individuo concreto.

El Nuevo Humanismo (distinto al que provocó las severas criticas de filósofos como Althusser: 1965), tiene como esencia hacer del ser humano un verdadero sujeto en alteridad con otros sujetos para el bien común, o sea la justicia social.

Es decir, la propuesta del Humanismo Social es distinta del medieval humanismo que era egoísta y por tanto, justamente criticado. Se ha recalcado sobre estos particulares: “Nuestra conducta debe ser la conducta consciente del miembro de la sociedad sin clases, pero esto no quiere decir en absoluto que en os problemas de la conducta tengamos que dirigirnos siempre a nuestra conciencia. Esto sería una carga excesiva para la conciencia. La verdad y amplia norma ética se hace real sólo cuando su momento consciente pasa el campo de la experiencia general, de la tradición y de la costumbre, cuando la norma empieza a actuar rápida y exactamente, apoyada por la opinión social”.[5]

c. El Desarrollo social

En el interior de toda formación social existe una articulación entre los tres niveles (económico, ideológico y político-jurídico) que determina una estructura de clases, caracterizada por una conexión entre clases y fracciones de clase. Es de anotar que esta estructura de clases está integrada por un escalonamiento articulado de clases y fracciones de clase, de forma que una de éstas aparece como dominante y las demás como subordinadas. A medida que la formación social se desarrolla, parte de esas clases o fracciones tienden a desaparecer (son las clases o fracciones en transición).

Los cambios de la articulación con el desarrollo del modo de producción dominante, traen por consecuencia la transformación de la existencia misma de las clases, la desaparición de una, la aparición de otras, el cambio de posición de algunas y, siempre, la acentuación del dominio de la más poderosa.

El gran desarrollo de la tecnología y su participación en los beneficios de la sociedad de consumo, ciertamente que obligan a examinar con máximo cuidado el problema de las clases sociales en un mundo diferente al del siglo XIX, o sea el del moribundo siglo XX.
De todas maneras, el básico mérito de los clásicos –Marx, Weber, etc.- es el de haber señalado a las clases sociales como agrupaciones de individuos antagónicos que, como consecuencia del lugar que ocupan respectivamente en la estructura de un modo de producción, tienen funciones distintas; un grupo se apropia del trabajo del otro, apropiación que está determinada, en última instancia, por la formación específica de la relación existente entre dichos grupos sociales y los medios de producción. Lo anterior, unido a los denominados factores superestructurales (ideológico y político-jurídico).

El conjunto de la ideología dominante dirige, controla y orienta las otras ideologías que le están subordinadas. Este aparato está en directa e intima conexidad con los otros dos aparatos, pero goza de relativa autonomía. Constituye en la sociedad de consumo el centro de poder más importante, puesto que quien lo controle domina prácticamente el conjunto social.

Bien dijo Eduardo Fioravanti:[6]

“La extensión del conformismo y la generalización de los instintos son las mejores armas con que cuenta el grupo dominante”. (¡Y eso es lo que se busca en la Colombia dolorida de hoy!)

De la cosmogonía clásica marxista a las últimas coyunturas políticas, sociales y económicas de los fines del siglo XX, los procesos históricos han evidenciado ciertamente características diferentes en los países en desarrollo, siendo clara la frontera entre Naciones Ricas y Naciones Pobres, ahora con énfasis en la globalización.

De ahí que surja permanentemente la incógnita sobre la validez actual de la lucha de las clases, que puede seguir teniendo plena validez en las naciones subdesarrolladas, frente a otras posiciones nuevas en el caso de los países altamente desarrollados.

Es, entonces, cuando aparece como obligación inevitable, la investigación en esta área tan apasionante, para poder dilucidar con claridad la persistencia –en algunos procesos históricos- de la teoría clásica marxista y, también, en otros meridianos, el estudio a fondo de las nuevas posibilidades en la búsqueda de un mundo mejor, más justo, más equilibrado, más equitativo.

Tarea ésta de la labor universitaria, con prioridad básica para el Siglo XXI, en Colombia.

Por ejemplo: Colombia en el año 2003:

a) ¿Qué es el policlasismo?
b) ¿Qué es la plurietnia?
c) ¿Qué es la multicultura?

Se argumentó con sindéresis:

“¿Qué resta hoy de la Teoría de la Dependencia?”[7]. Planteaba, en verdad, un esquema simple y muy funcional: existen los países dominantes (imperialistas) y los países dominados (semicolonias), los países centrales y los periféricos, los que tienen abiertas las venas y lo que beben de esas venas, es decir lo que se alimentan con la rica y abundante sangre de las naciones dependientes. De aquí se extraía una teoría política y una praxis histórica: había que liberar a las naciones dependientes para destruir el capitalismo. En otras palabras: liberación o dependencia”.

Irónicamente se dice para el futuro cercano:

“¿Qué resta, entonces de la teoría de la dependencia cuando América Latina está más cerca de ser un continente excluido que de un continente explotado, cuando Henry Kissinger –sarcástico, en alguna sobremesa, penas verificando un hecho- afirmó que América Latina puede hundirse en el océano sin que tal hecho conmueva en absoluta al feliz funcionamiento del capitalismo de mercado?”.[8]

El Dr. Víctor Manuel Moncayo C., actual Rector de la Universidad Nacional, en la presentación de El Nuevo Orden Global dimensiones y perspectivas, expuso con base académica:[9]

“Sabemos ya que los estados nacionales no son ni será lo mismo. Que bien parece que no terminan, ni que tampoco pierden importancia, sino que su presencia y su funcionalidad ofrecen un giro radical, y a no tendrán a su cargo el cuidado del funcionamiento normal y fluido de los mercados internacionales, ni será responsabilidad suya las políticas sociales de integración de los colectivos laborables pero es indudable que su accionar estará prioritariamente ligado a las necesidades de promover, apoyar y garantizar la mundialización del capital bajo otro paradigma del Capital”.

Dedujo:

“Ha quedado definitivamente atrás el viejo orden estructurado sobre el concepto de soberanía, que otorgaba relativa autonomía y autosuficiencia a la organización política, en espacios territoriales demarcados y que servía de cimiento tanto a los procesos de legitimación interna, como al encadenamiento colonial imperialista. Poco queda del rasgo del monopolio exclusivo de la fuerza legítima que cede el paso a la función policiva internacional que entroniza el nuevo orden; casi nada resta en materia de monedas nacionales, y definitivamente la misma identidad cultural de los pueblos se desdibuja por la transculturización global. ¿Cuál es el poder en ese nuevo orden global, como es el imperio de hoy y cuáles son sus manifestaciones?, son cuestiones que apenas empezamos a entrever, y a ello incuestionablemente nos ayuda en reflexiones como las reunidas en este volumen”.

¿Pero: Con imperios frente a los subdesarrollos, para clarificar el inquietante concepto antes citado?

II. LA COYUNTURA HISTÓRICA[10]

Coyuntura histórica que –en espacio y tiempo– determinados mostrará la forma de exteriorización de las estructuras económica, ideológica, y político-jurídica de la comunidad.

Pero el orden común tiene que estudiarse en sus antecedentes, por medio del examen histórico-lógico, y además, habrá de proyectarse al futuro de acuerdo con la predicción que se pueda deducir de las leyes científicas del desarrollo histórico, máxime cuando toda la sociedad está sometida a las consecuencias de su propia e inevitable dinámica.

La formación social es la totalidad social concreta, históricamente determinada.[11]

Esta totalidad social concreta se expresa en determinadas estructuras: económica (por ejemplo: modos y relaciones de producción existentes), ideológica (pensamiento programático y conjuntos teóricos), político-jurídica (forma de Estado, clases de gobierno, conjuntos normativos, instituciones para crearlos, interpretarlos y ejecutarlos).

Un orden (justo-injusto): no importa para su detectación la valoración ética: rige las relaciones de los sujetos entre sí (coordinar, coexistir, convivir, cooperar), las del poder publico con los individuos o grupos humanos (imperativas, por obligatorias, coercitivas y generales, o sea la forma más severa de control social formal); las de los grupos con el Estado y este, a su vez, con los grupos integracionales, en que el Estado aparece como el árbitro de los conflictos de intereses, especialmente, de contenido socio-económico (la persona, el sujeto, el individuo, existiendo dentro del orden correspondiente a la coyuntura histórica, pero un ser activo, ente de razón y de acción, frente a ese orden interno de la comunidad).

¿Qué valores guían a cada sujeto en su actuar ante el orden social? ¿Cuáles son los estímulos que lo impelen a defenderlo, a rechazarlo, a criticarlo? Depende de la situación real del sujeto en la comunidad y su relación con los problemas que lo obligan a defender lo establecido, a reformar lo que considere necesario, o a cambiar lo que estime indispensable de desechar para buscar lo nuevo.

Acá es fundamental la toma de conciencia de cada uno frente a los problemas propios de la comunidad. No es esta cuestión de poca monta, como que implica el conocimiento, la racionalidad y la decisión.

a. La toma de conciencia

Toma de conciencia que se inicia por el descubrimiento de la propia necesidad; es el encuentro con el ser concreto real, sujeto a determinadas condiciones de vida, que él mismo no se ha dado: es la resultante de un proceso social económico. Es verdad que el ser nace enajenado a muchas cuestiones, pero su destino racional es el de tomar posición frente a ellas y marcar su ruta en la lucha contra cualquier forma de dominación.

La toma de conciencia: lleva al conocimiento por la vida del pensar. Una parte del pueblo, sin acceso a la mínima educación y una mala preparación de los maestros para aquellos niños de las clases populares que difícilmente alcanzar a terminar el ciclo precario de la escuela primaria, trae como consecuencia que gran parte de nuestros compatriotas piensen sin saber pensar, es decir, no han sido educados o lo han sido inconvenientemente, las ideologías prácticas se hacen irracionales, con bastante frecuencia; sus consecuencias son nocivas para el planteo racional de los problemas y las soluciones. Prima, entonces, la emocionalidad en los grupos humanos y ésta es causa de conductas colectivas inexplicables (por carencia de una aplicación científica, en el área de la psicología y la comunicación y, aún, su patología en el área de la psiquiatría).

El problema es, pero no se investiga. Lo cierto es que los estudios de psicología, y de psiquiatría, en nuestro país, tienden a servir a una élite pero no a la confrontación de la comunidad por medio de una comprensiva tarea social, y, no pocas veces, al tratamiento del síndrome psiquiátrico. Su secuela se muestra en la libertad de conciencia: se adquiere verdadera conciencia de algo, cuando ese algo es conocido. Y nos es conocido aquello que por su realidad rodea nuestra vida, en el trabajo, obrando en el proceso socialmente organizado del trabajo (es obvio que la conciencia depende de las condiciones subjetivas en que se desarrolla su vida vital).

La toma de conciencia hace al hombre más racional y, por ende, más libre. Conoce inicialmente sus necesidades, y éste es el principio de su libertad.

Bien se ha explicado.

“La libertad y la necesidad constituyen un problema específico de la existencia humana. El hombre es un ser finito, limitado, dependiente de circunstancias objetivas y, afectado por ellas y, a la vez, es ser activo que modifica dichas circunstancias, que transforma el mundo; se subordina a la necesidad, y, a la vez, es libre. En principio puede y, por lo tanto, debe aceptar la responsabilidad de todo cuanto hace y de todo cuanto deja de hacer”[12]


b. El ser y la comunidad

En el interior de toda formación social existe una articulación entre los tres niveles (económico, ideológico y político-jurídico) que determina una estructura de clases, caracterizada por una conexión entre clases y fracciones de clase.

Los cambios de la articulación, con el desarrollo del modo de producción dominante, traen por consecuencia la transformación de la existencia misma de las clases, la desaparición de unas, la aparición de otras, el cambio de posición de algunas y, siempre, la acentuación del dominio de las más poderosas.

El gran desarrollo de la tecnología y su participación en los beneficios de la sociedad de consumo, ciertamente que obligan a examinar con máximo cuidado el problema de las clases sociales en un mundo diferente al del siglo XXI.

En la sociedad moderna un papel esencial es desempeñado por el aparato ideológico del Estado. Es el conjunto de la ideología dominante dirigiendo, controlando y orientando todas las otras ideologías que les están subordinadas. Este aparato está en directa e intima conexidad con los otros dos aparatos, pero goza de relativa autonomía. Constituye en la sociedad de consumo el centro del poder más importante, puesto que quien lo controla domina prácticamente el conjunto social.

La ideología dominante, debe confrontar la esencia del neo-marxismo.

Buscar la defensa de la libertad (liberalismo humanístico) dentro del modo de producción socialista (justicia social), o sea la tercera vía.

Siempre hay que tener en cuenta que:[13] “Un concepto fecundo es un concepto que cuando es utilizado es la expresión de hechos o leyes que lleva hacia el cumplimiento de esos objetivos; una generalización fecunda es una generalización que en virtud de su forma ingeniosa o de su original contenido sirve a esos propósitos; y una teoría fecunda es una teoría cuya construcción y carácter es tal que promueve esos fines”.

Sobre la alienación, conviene aplicar La Declaración de los Derechos de los Pueblos (Argel 1978), para que se haga viable la aplicación de los cánones señalados en La Declaración de los Derechos Humanos (1948), o sea la tesis central del nuevo Humanismo Social, donde se parte del principio: “El Estado al servicio de la comunidad; jamás, la comunidad al servicio del Estado”.

Es el nuevo mundo; la futura posibilidad; la agenda del siglo XXI, el subdesarrollo enfrentado a la globalización (abierto predominio del capitalismo).

Para el subdesarrollo: el dilema Humanismo Social o Enajenación total. Tal vez, para el porvenir: el pensamiento político, jurídico, social, económico, edificado en la filosofía en que alternan las esencias de la racionalidad con los favores de la estética. Luego: la ciencia, la técnica, las normas (formas); lo sustantivo de la eticidad de los democráticos valores.

Tres conceptos unidos entre sí pueden servir para tratar de orientarnos un poco sobre este polémico asunto: posición de clase, fuerza social y sociedad alienada.

1. Posición de Clase

Todo problema de coyuntura política (incluyendo el concepto de clase social) lleva al asunto de la posición de clase.

Se parte sobre que, en una formación social determinada, existen dos clases fundamentales antagónicas y una serie de grupos sociales que no pueden definirse como pertenecientes a una de estas dos clases. Son aquellos grupos que representan intereses intermedios entre las dos clases antagónicas.

Estos grupos intermediarios no participan directamente en la producción de mercancías, sino que están al servicio de la superestructura social (funcionarios del Estado, de la banca del comercio, las profesiones liberales, etc.) Se observa también cómo unos grupos se desplazan y entran a defender intereses contrarios a los de su propia clase (ejemplos: la aristocracia obrera; el profesional arribista; el intelectual alquilado).

El lugar ocupado por un grupo social dentro de una coyuntura política determinada: es la posición de clase.

O sea, que no basta ser miembro de una clase para que se adopten actitudes políticas consecuentes a una determinada situación de la misma clase.

2. Fuerza Social

Continúa de manera clara Eduardo Fioravanti:[14]

“La coyuntura política indica los límites dentro de los cuales la lucha política de clases puede cambiar la estructura social de un modo de producción”

“El concepto de coyuntura está situado, en Lenin, en el campo de las prácticas y de la lucha de clases. La originalidad históricamente individualizada de una forma social, que es objeto de la práctica política, está constituida en primer lugar, por la acción combinada de las fuerzas sociales”.

“El término fuerza social indica, pues, la acción de las clases a nivel de la coyuntura política. De esta manera, es evidente, que no todo grupo social constituye una fuerza social; la condición es que dicho grupo realice una acción a nivel de coyuntura”.

“La fuerza social específica es la fuerza de una clase o un grupo social de una cierta coyuntura en su lucha contra la estructura social existente o contra las clases o grupos que pretenden derribarlo”.

“Los intelectuales constituyen una fuerza social por su participación en un proceso revolucionario, si bien no constituyen por sí mismos una clase social. En este sentido un grupo social puede constituir una fuerza social con un peso importante en el desarrollo de cambio de estructuras si toma partido por una y otra de las clases sociales antagónicas. Un grupo social nunca forma una fuerza social homogénea, puesto que sus miembros pueden dividirse frente a la lucha de dos tendencias: una que apoya a la clase dominante y otra a la clase oprimida. Sin embargo, no por ello deja de ser una fuerza social con peso importante en el desarrollo de la lucha de clases”.


3. La sociedad alienada

La denominada Escuela de Francfort (Orígenes: de los años 20 a los años 30 del pasado siglo) por la acción nazista se dispersó obligadamente y sus máximas figuras se radicaron en los Estados Unidos de Norteamérica, brillando particularmente tres nombres: Theodor Adorno, Marx Horheimer y Herbert Marcusse.

Es indudable que, a lo largo y ancho de Europa –bajo la orbita estalinista- surgió con tremenda fuerza el movimiento revisionista que habría de culminar en la dramática Primavera de Praga de 1968. También el cuestionamiento de antiguas actitudes dogmáticas pusieron a vibrar la juventud europea, en acción que bien pronto se extendería a los países del Tercer Mundo, con particularidad en el escenario universitario y en la búsqueda de nuevos horizontes, entre ellos la unificación en la lucha colectiva socio-económica de marxistas, agnósticos y cristianos (ejemplo: el ideario del Frente Unido de Camilo Torres Restrepo).

Lo realmente importante de estas cuestiones y otras más, es que muchos intelectuales y líderes políticos no renunciaron al marxismo, sino que plantearon la imperativa necesidad de un reexamen riguroso de la teoría, atendiendo las nuevas realidades históricas. Se connotaba la preocupación de dar un exacto significado al concepto mismo del socialismo dentro de una amplia y antidogmática meta humanística.

Y, sobre todo, se planteó seriamente el examen de una nueva sociedad: la de la alienación. Alain Touraine, en La Sociedad Postindustrial, por ejemplo, llamó la atención sobre cómo ya no se vive en una sociedad de industrialización capitalista cuya característica fundamental era la de la acumulación, sino – según sus palabras – “en una sociedad en la cual la creación del conocimiento, la potencia de los aparatos de producción, de distribución y de información, la ligazón entre las decisiones económicas, determinan una organización económica y social profundamente diferente a la del siglo XIX”.[15]

Agregaba: “Si el principio de pertenencia a las antiguas clases dominantes era la propiedad, la nueva clase dominante se define ante todo por el conocimiento, es decir, por un nivel de educación”.

Enfatizó: “Nuestra sociedad es una sociedad de alienación, no porque reduzca a la miseria, o porque imponga violencias políticas, sino porque seduce, manipula e integra”.

Entonces el conflicto social cambia de parámetros, según su juicio crítico:

“Ya no es el trabajo directamente productivo, el oficio el que se opone al capital es la identidad personal y colectiva la que se opone a la manipulación. La expresión puede aparecer abstracta. Lo es, en efecto: en este sentido el hombre ya no está concernido en su papel profesional concreto. Lo está como trabajador pero también como consumidor o como habitante, en una palabra, como extraño sometido a un sistema de decisión ejercido en el nombre de la colectividad. No es la riqueza la que está en juego, sino la información. Esta es, en efecto, el acceso a la decisión”.

A la proposición anterior comenta Fioravanti:[16]

“Nuestra confusión ante la integración social de la clase obrera y su papel en la lucha de clases menos combativo, nuestra ayuda sobre la existencia de esta lucha en los países altamente industrializados, sobre los movimientos estudiantiles, las preguntas que nos hacemos acerca de una nueva e inmensa clases media estandarizada y aparentemente homogénea, todo esto tiene en parte su origen en el inmovilismo de los conceptos en el análisis sociológico. No se trata de negar hoy la existencia de las clases sociales, de la lucha de clases, pero si debemos discernir las formas nuevas de una sociedad nueva revisando y deduciendo los mecanismos en los cuales está se basa”.

c. Educación Integral

De atrás se ha comentado y analizado dos conceptos básicos, universidad y democracia, como se tratara de fenómenos de iguales constantes (causas) y las mismas variables (factores), cayéndose así en burda falacia al partir de identidades inexistentes entre la academia y la praxis. Es decir creerlo todo igual, cuando son los tiempos distintos, opuestos y contradictorios: el de la democracia formal y el del quehacer universitario (a veces no comprometido, en una especie de asepsia más cercana al limbo, que al cielo o al infierno).

Así la hipótesis básica, ¿cómo aplicar la teoría del artículo 26 de la Declaración de los Derechos Humanos a nuestro entorno fáctico-histórico?

Reza la norma:

“1. Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental. La instrucción elemental será obligatoria, la instrucción técnica y profesional habrá de ser generalizada; el acceso a los estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos respectivos.”

“2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales, favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos y religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz”.

“3. Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”.

Se contrasta la utopía del aludido articulo 26 con la dramática e innegable realidad de nuestra patria tan golpeada, tan atormentada, tan torturada y, sin embargo, franca, sencilla, sufrida (me refiero a la patria de las clases populares, que la de arriba esta enajenada: extranjeros en su propio país).

En educación y cultura prima la ignorancia: como quien dice, fanatismo, conformismo, desconfianza. La tercera parte de los colombianos son analfabetas por completo. Y, por lo menos otros tantos, semianalfabetos. El resto, entre alguna capacitación para oficios, el sector limitado de los técnicos y profesionales y un núcleo más reducido de intelectuales, la mayor parte ajenos a la vivencia de la realidad colombiana.

Escuela primaria incipiente; un absurdo bachillerato que apenas sirve cuando sirve, para el limitadísimo acceso a la universidad; una universidad sin investigación y, por lo general, dedicada a una docencia que, en pocos casos, se dedica a transmitir la ideología de las clases dominantes. Además, esta transmisión cultural supeditada a los compromisos con las agencias extranjeras con sus consecuencias académicas, o sea que la ideología que se da, por lo demás muy precariamente, resulta ser la de la metrópoli de la subestructura dominante en el neocolonialismo.

Al futuro: ¿la globalización del capitalismo subordinado; con la pérdida de la soberanía? Y frente, la subordinación de las naciones pobres.

El acervo cultural, con su indudable importancia, con su riqueza folklórica y artesanal, cediendo el campo a la invasión ideológica – en los diferentes planos estéticos – desde el determinismo de los movimientos en las partes plásticas y musicales hasta la subcultura (drogas, anarquismo, inacción psíquica y demás enajenaciones, o sea, los nuevos opios del pueblo).

Grave consecuencia para parte de la juventud: desmoralizada, indiferente, o sea despolitizada. Es la mejor arma ideológica que se está utilizando para mediatizar cualquier activismo de cambio. No importa que se corrompa y anarquice la acción de la juventud: piensan no pocos de los usufructuarios del sistema. Así se dopa de antemano la mente y se asegura la inacción. Lo más grave es que no escasos sectores de la juventud están cayendo ingenuamente en la hábil celada, y por ello se enredan en actividades contradictorias entre sí y cuyos resultados son claramente negativos para el bien común.

Lo cierto es que la carencia de la educación y el menosprecio de la cultura, enmarca a un país abandonado, despreciado, humillado y, lo que es peor, resignado, pasivo y sumiso. Una nación desconcertante por sus absurdos contrastes y, al mismo tiempo de un vitalismo increíble que le permite supervivir (así parece ser nuestra coyuntura actual).

d. El deber inmediato

¿Cómo se observa – desprevenidamente – la actividad universitaria, pública y privada, frente a la engañosa democracia formal (que no esencial) dentro de las distintas políticas, sociales, psicológicas y económicas actuales?

Por ejemplo: ¿Qué pasa con la investigación científica y tecnológica frente a las urgencias del desarrollo nacional?

d.1. La función básica de la Universidad es, precisamente, la de la investigación de la realidad, resultando la docencia una consecuencia de la primera. En países subdesarrollados esta tarea es vital para el desarrollo futuro y la comunidad universitaria tiene, por consiguiente, una garante y grave responsabilidad que cumplir, pues de lo contrario, no tendrá significado mayor en la existencia nacional.

El simple traslado, o la copia más o menos disimulada, de estructuras científicas y tecnológicas de países subdesarrollados conlleva que, al ser extrañas al marco socio-económico del país, no sólo resultan inválidas, sino, lo que es más grave, desorientadoras para la proposición de una seria estrategia nacional. Se presenta, entonces, la copia servil de tecnologías en contravía del proceso histórico de la sociedad a la cual se aplican de manera tan irresponsable.

El trabajo social se distribuye en la comunidad, y dentro de ella, es la universidad la señalada para impulsar y desarrollar los programas de investigación con el máximo rigor científico. En la edad contemporánea, la actividad científica debe fijarse necesariamente en el planteamiento, análisis y terapéutica de los problemas concretos que resulta indispensable dilucidar, para cimentar una racional, disciplinada y acertada política ordenadora del esfuerzo colectivo.

Si se hace énfasis en la complejidad de nuestras estructuras, en lo específico de nuestro proceso histórico y en lo particular de nuestra actual realidad, es fácil anotar cómo el país está – en líneas generales – huérfano de investigación, y por ende, se recalca en lo precario de la tarea universitaria.

Las causas de esta carencia de investigación, paso previo obligado para el desenvolvimiento de una tecnología adecuada a nuestra situación, pueden ser múltiples y aún, aparecer como contradictorias según sea la ubicación política de cada analista del problema. Pero, de todas maneras, queda en pie la afirmación de que la universidad colombiana es precaria en su función esencial: la investigación científica.

¿Cuándo nuestra universidad bajará de su abstracta mentalidad, para cumplir con los objetivos reales que, con urgencia, exige el país?

d.2. Los métodos y sistemas de enseñanza deben ponerse a tono con los cambios de estructura. Bien dijo un distinguido educador:

“La planeación de la investigación científica debe orientarse a lograr un impulso de la investigación básica, y, principalmente, a desarrollar las áreas de ciencias aplicadas y tecnologías más directamente relacionadas con los problemas específicos del desarrollo del país. De otra parte, la investigación científica debe ligarse cada vez más con la docencia, especialmente al nivel de postgrado, a la formación de profesores y a la solución de los problemas de tipo cualitativo que el desarrollo económico crea a la universidad”.

“La difusión de la cultura se volverá un problema apremiante con el crecimiento masivo de las universidades. Consecuentemente, debe fomentarse, hasta dónde los recursos lo permitan, la multiplicación de los canales de difusión, con los que la comunidad universitaria se acercará al pueblo y le dará a conocer sus logros y sus inquietudes, creando así un ambiente favorable a la controversia y al ejercicio de la razón. Es necesario también contar, a nivel estudiantil, con más publicaciones de difusión cultural y de tipo técnico y científico para compensar las limitaciones creadas porque la mayoría de las contribuciones científicas en la actualidad, tienen origen en países distintos a los de América Latina.”[17]

La universidad en su afán de sincerarse ante el país, no debe crear expectativas que no pueda en verdad cumplir. No se debe confundir la universidad democrática en el sentido que a ella accedan los estudiantes más capaces procedentes de las clases populares, con el engendro de la denominada universidad de masas, especie de cabildo abierto y permanente de frustraciones, meramente emotivo y ajeno al rigor científico.

La actividad social de la gente de universidad debe ser total y radicalmente ajena a toda actitud de conformismos con la injusticia social, la desigualdad económica, la opresión intelectual. Urge señalar como básico objetivo la creación de un sujeto nuevo de profunda agudeza política y comprensión de los problemas nacionales; asentando en la realidad, conocedor del pasado, diseccionador del presente, y en proyección realista al futuro.

Destruyendo mitos, espectros y fantasmas. Ajeno a simples intereses egoístas personales y materiales.

d.3. Su carácter debe ser el de un permanente y eficaz servicio público. La comunidad no puede distraer sus recursos, sus esfuerzos, sus energías en la formación de explotadores profesionalizados. O sea que la universidad para actualizarse debe abandonar la filosofía de fábrica de simples doctores y técnicos. Debe ser la vanguardia ordenada, enjundiosa y capaz de señalar los caminos viables al gran cambio nacional (ciencia y técnica, pero también estética y humanidades). ¡Formación integral!

La universidad no podrá servir de transmisora de las ideologías de las clases explotadoras, ni tampoco ser un campo abierto para el desorden, la anarquía, el populismo y la demagogia. Su tarea es vital como investigadora de la realidad colombiana, creadora de conocimiento adecuado a la solución de la actual tragedia nacional; irradiadora de la más rigurosa ética social, como quien dice, vocero de una conciencia colectiva dirigida hacia una pronta conquista de la libertad real.

d.4. La universidad no debe buscar el mantenimiento del actual orden injusto; todo lo contrario, sobre la ciencia edificar la viabilidad del desarrollo junto con la democracia integral.

El balance para la democracia en la universidad resulta negativo y alarmante, en áreas tan importantes como los programas de algunas carreras, perdiendo su real perspectiva de lucha contra la enajenación de las dolencias nacionales (como la que da violencia).

¿Qué decir de los programas académicos que se elaboran sobre tantos vicios, vacíos e ignorancias? ¿Cómo es el desarrollo de los respectivos programas en las asignaturas de formación profesional? Mucho se ha comentado en el país sobre el neocolonialismo cultural impuesto y exteriorizado en los programas de estudios por las entidades foráneas prestamistas. Ello es cierto, pero también es sólo una parte de la verdad. En el caso universitario no resulta estrictamente necesario que el imperialismo político se hiciera presente utilizando las formas de los préstamos y las imposiciones académicas. ¿Por qué? Es tal nuestra pobreza en la investigación para el desarrollo científico y tecnológico, significado esencialmente en los programas de la educación superior que, de hecho y sin maniobrerismo alguno, el resultado será el mismo: dependencia absoluta a la tecnología foránea por carencia dramática de acción alguna para iniciar siquiera una política de aproximación a la nacional. Se repite: donde no haya investigación no puede existir posibilidad alguna de tecnologías en consonancia con las necesidades de la justicia socio-económica para las clases prisioneras en la pobreza y la miseria absolutas.

Sin investigación, los profesores no producen textos de enseñanza adecuados nuestra realidad. Se deben limitar entonces a transmitir lo expuesto por autores foráneos de sociedades altamente desarrolladas. ¿Para qué, entonces tantos préstamos y tantas condiciones económicas? Simplemente, para disimular académicamente, lo que nuestros cipayos ya habían admitido sin técnica alguna.

Es más: por la carencia de investigación, las crisis periódicas de vastas áreas de nuestras universidades no despiertan verdadera inquietud nacional dado que no se perciben los resultados concretos de su servicio al país, particularmente en el proceso económico, hasta entenderse los juicios duros pero ciertos, del siguiente tenor:

d.5. “Si se llegara a cerrar una de las grandes universidades de un país de América Latina, el sistema económico de ese país no sufriría ninguna alteración. Lo máximo que podrá suceder será la preocupación de algunas familias por matricular sus hijos en otras universidades, de un cierto número de profesores que tendrán que buscar nuevas posiciones en el país o en el extranjero, generalmente en el extranjero. Pero cerrada esa universidad, no se paralizaría ningún proyecto de interés económico para ese país latinoamericano. La economía continuaría, como ha sucedido en el pasado (y en el presente) dependiente de la técnica externa que el país compra o arrienda, como si fuese una fatalidad histórica”.[18]

Claro está que todo esto dentro que determinar el análisis crítico sobre qué clase de universidad efectivamente tiene una sociedad. Cuando se habla de universidad, se tendría que pensar en la universidad comprometida con el logro de la autonomía cultural y, por lo tanto, ajeno a todo proceso de enajenación a las culturas imperialistas. No puede admitirse la universidad óptima como una institución del desarrollo para el subdesarrollo.

Todo lo contrario: universidad que debe actuar en nuestra comunidad subdesarrollada para alcanzar la meta del desarrollo.

Como lo quieren sectores de avanzada, en Latinoamérica:[19]

d.6. “La búsqueda de la autonomía cultural que quiere decir búsqueda de una cultura propia, de la posibilidad de autodeterminarse, de ejercer nuestra libertad en el ámbito de la cultura, o sea, en toda relación humana”.

“Por ello autonomía cultural y liberación son términos equivalentes. Naturalmente que no cabe en la universidad por sí sola, lograr esa autonomía. El problema del subdesarrollo es, desde sus raíces mismas, un problema político que sólo pude ser solucionado a través de la toma del poder de las clases populares, dotadas de una ideología de transformación. Sin embargo, la universidad puede contribuir sustancialmente a ese proceso a través de formas específicas por cierto, quizás limitadas pero por ello no menos reales y eficaces. La universidad es el lugar donde se da máximo el grado de concientización del saber: el saber científico, sistemático, en sus más altos grados de racionalización. Y es porque en la universidad se da el saber que, en la misma, se da el grado de mayor concientización del proceso histórico, la tarea crítica de la cultura, la labor de una elaboración de imagen nacional, la tarea de liberación cultural, halla entonces, en la universidad un elemento imprescindible. Sin embargo, es necesario recalcar una vez más que la universidad dejada a sus propias fuerzas, liberada a su crecimiento espontáneo será un elemento de conservación. Solo en la medida en que el poder universitario sea tomado por fuerzas progresistas que tengan claro esos problemas sustanciales y están dispuestos a llevar las soluciones a la práctica podrá ubicarse a la universidad en una línea de liberación. Y entonces su aporte será realmente positivo”.

Tratando de establecer las reales relaciones entre la tarea universitaria y el desarrollo de nuestra maltrecha democracia resulta básico – tras las experiencias históricas – situarse en nuestra realidad. De lo contrario, el quehacer universitario puede llegar a convertirse en una acción intelectual ajena a nuestro diario trajinar y, en algunas oportunidades, en ensayos sin la indispensable ubicación en nuestra concreta vivencia.

Claro está que hay importantes sectores universitarios que ya han logrado este encuentro con el país, ajenos a meras abstracciones; investigan – con ahínco, tesón y amor a la patria – sobre fenómenos propios de nuestra formación social; de nuestra geografía humana, de nuestra organización económica social y política. Desgraciadamente son la excepción. Priman las cofradías aduladoras, signadas por el realismo mágico, que todo lo promete pero en nada se compromete.

Hablar de la universidad dentro de la democracia, o, si se quiere mejor, la democracia frente a la universidad, exige como condición fundamental situarse con claridad en el país real, en la fenomenología circundante, en la verdad sin medias luces. Por ello, la gente de la universidad, profesores y estudiantes, deben creer con Sartre:

“Nuestra libertad actual no es otra cosa que la opción de la lucha para llegar a ser libres”.

d.7. Conduce la reflexión anterior a deducir que el objetivo básico universitario es el de la más racional indignación científica, ajena a demagogias y utopías, eminentemente crítica y objetiva, pero sin dejar de ser contestataria inteligente del sistema. Con un poco de excusable ironía podría decirse – al tratar la universidad y el sistema - lo cortés no quita lo valiente. Y por ello la universidad no sólo debe ser crítica, sino, además, científica contestataria del sistema que, si bien la permite, ello no significa que la universidad se hipoteque al mandato de turno por factores meramente presupuéstales y el compromiso de una precaria paz, sacrificando su protesta justa y racional.


Universidad que colme las aspiraciones científicas y patrióticas, sin habilidosas engañifas, en el diálogo civilizado, se da ella misma su fructífera paz (Porque ya se superó la Edad de Piedra y se entró en la Edad de la Razón).

d.8 ¿Qué es lo que debe examinar el pensamiento universitario de nuestra Colombia actual?

La inmensa mayoría de los colombianos, sin distinción de ideologías, de etnias, de religión y, aún, de la misma estratificación socio-económica, contemplan con alarma fundada, el caos actual en la que se debate un pueblo digno de mejores destinos, eficaces conductores, y racionales políticas de desarrollo.

Es lugar común hablar de la incapacidad de los denominados dirigentes nacionales; de extrañas posiciones sin sindéresis alguna; la corrupción de todos los niveles; la quiebra de la justicia.

¿Cómo buscar el adecuado tratamiento que obre un sano equilibrio de justicia y equidad al decurso político, social y económico del país? ¿Cómo cambiar el itinerario de una vida mediocre que conlleva la angustia y la desesperanza a mujeres y hombres, a gentes sin otro horizonte que el diario trajinar, sin ilusiones, sin posibilidad alguna de truncar su duro y fatigante ganarse la vida y, para algunos en sincera crítica, ganarse la muerte?

La realidad inmediata es la necesidad, sin dolosos aplazamientos, de afrontar el reto de la historia; promover nuevos prospectos políticos, integrar la economía nacional, salvar el resto de nuestra maltrecha soberanía, alfabetizar al país con particularidad en el deber político. Un tanto ilusa la proposición, pero ineludible: hacer una patria nueva.

¿O será con la amarga admonición con que el gran Rector de la Universidad de Salamanca, don Miguel de Unamuno, inició sus Reflexiones sobre la Regeneración de España en noviembre de 1898?:[20]

“Es inútil callar la verdad. Todos estamos mintiendo al hablar de regeneración, puesto que nadie es serio en regenerarse a sí mismo. No pasa de ser un tópico de retóricas que no nos sale del corazón, sino de la cabeza. (¡Regenerarnos! ¿y de qué si aun de nada nos hemos arrepentido)”.



[1] Eduardo Umaña Luna, El conocer y la familia, Universidad Nacional de Colombia, Santafé de Bogotá, 1998, Págs. 11-16
[2] Sociología del Siglo XX, Tomo I, Librería “El Ateneo”, Buenos Aires, 1956, Pág. 265
[3] Don Quijote de la Mancha. Editorial Castilla, Madrid, 1947, Pág. LXVI.
[4] Ob. Cit., Pág. XXVI.
[5] A.S. Makarenko. Sobre la Educación Comunista, Págs. 180 y 181.
[6] El concepto de Modo de Producción, Ediciones Península, Barcelona, 1972, Pág. 268.
[7] José Pablo Feinmann. La Sangre Derramada, (Ensayos sobre violencia política). Ariel, Buenos Aires, 1996, Pág. 84.
[8] Op. Cit., Pág. 142
[9] Seminario de la Universidad Católica de Lovaina y Universidad Nacional de Colombia, marzo de 1995, Universidad Nacional de Colombia, Santafé de Bogotá, 1996, Págs. 10 y 11.
[10] Eduardo Umaña Luna, Camilo Vive, 3ª edición, Universidad Nacional de Colombia, Santafé de Bogotá, 1998; Págs. 59 a 72.
[11] Eduardo Umaña Luna, El Derecho, Grupo Editorial 87, Bogotá, Pág. 49.
[12] S.L. Rubinstein. El ser y la conciencia, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo, 1944, Capítulo: La Actividad Psíquica y la Conciencia del Hombre.
[13] R. Harré. Introducción a la lógica de las ciencias, Editorial Labor, S.A., Barcelona, 1967, Pág. 169.
[14] Op.cit, Pág. 251.
[15] La Explicación complementaria de las tesis-antitesis (Naciones ricas y naciones pobres), en este tópico de clases (en lucha o no), la desarrolla Eduardo Fioravanti, ( Ob. Cit., páginas 260 a 263) comentando a Alain Tourarine.
.
[16] Movimiento de los estudiantes: profundización necesaria al comparar las tesis de Touraine y las de Fioravanti (Colombia, al próximo siglo).
[17] Observación de Javier Barros Sierra, de México, en 1987.

[18] José Leite López, Ciencia, universidad y realidad nacional, Cuadernos Brasileros, Río de Janeiro, 1969. passim
[19] César Aguilar, La Universidad Sitiada, México 1967. Passim.
[20] Obras Selectas. Editorial Plenitud, Madrid, Pág. 181.